6 Claves para una mejor comunicación como factor reforzador del aprendizaje.
Category:Articulos psicologia,PsicologiaAprender es adquirir un cambio permanente. Da igual el contexto en el que queramos aplicarlo; conocimientos académicos, destrezas técnicas deportivas, conductas o en su forma más intrínseca, valores. Esa definición de aprendizaje es una definición universal.
Como padres queremos que nuestr@s hij@s aprendan todo lo anterior, y para ello usamos todos los recursos que tenemos a nuestro alrededor o a nuestra disposición. Uno de los recursos que tenemos a nuestro alrededor, y que muchos hemos vivido como positivo (y seguimos viviendo), es el deporte. Y ya se ha dicho muchas veces, el deporte es un vehículo perfecto para educar en valores y en su utilidad para el aprendizaje para la vida.
El aprendizaje se transmite a través de unas figuras o unos modelos educativos, que cuando somos pequeños nos sirven como escaparate de lo que es “ser mayor”, o, de lo “que se espera de nosotros”. A veces estos modelos los encontramos en internet, en la televisión, escuela, o en nuestro entorno más o menos cercano. De los 0 a los 12 años, una de las figuras educativas más influyentes son los padres (lo queramos o no). Posteriormente el abanico de figuras y modelos se abre un poco más (en base a la influencia).
Con todo esto, se nos debería venir a la cabeza una frase muy manida en el contexto cinematográfico: “que un poder conlleva una gran responsabilidad”.
Y es que, como agentes educativos que somos, tenemos la gran responsabilidad de hacerlo. Enseñarles a aprender. Ahora bien, ¿Cómo se hace esto?
Según los modelos de aprendizaje (conductista, cognitivista y social), las teorías del modelo conductista son de las más influyentes para modificar (aprender) en el sentido actitudinal. Y un gran pilar para adquirir cambios visibles. Los refuerzos son parte indispensable en este proceso. Por eso mismo, asociar un refuerzo a una conducta, o incluso no asociarlo, puede marcar la diferencia en muchos ámbitos.
Como ya demostraron Dweck, C. y Moser, S. (2017), los refuerzos en etapas formativas (según su orientación, hacia lo genético o a lo actitudinal) están presentes en la formación de una mentalidad fija o de crecimiento (link al artículo en alantenis.es). Y esto puede indicar una gran diferencia en cómo una persona encara los retos o las amenazas, ya sean deportivos, académicos, personales, sociales o profesionales en un futuro.
Un refuerzo puede orientar las funciones ejecutivas de una persona. Por ejemplo, su foco atencional. Veamos un ejemplo: Después de un partido es muy común interesarse por lo que ha hecho tu hij@, y solemos realizar unas preguntas para ello, éstas preguntas, sin quererlo, pueden estar diciéndole a tu hij@ algo que no queremos de forma consciente:
- ¿Cómo has quedado, qué has hecho? – Traducción: Lo importante es el resultado, el resultado es lo más importante.
- ¿Cómo has jugado? – Traducción: Si juegas bien eres importante para mi.
Después está la reacción que tenemos al escuchar la respuesta, que se ve en nuestra cara, en nuestro lenguaje no verbal. Ahí se confirma el refuerzo, y por lo tanto el aprendizaje que no queríamos instalar.
Si en lugar de preguntar por el resultado preguntamos por cómo lo ha pasado, o por si se ha esforzado en su partido, le estaremos transmitiendo una idea completamente distinta, que lo importante son las cosas que dependen de él para solucionar un problema; su actitud y sus valores. Por lo que el cambio permanente va a depender en gran medida de nosotros.
La comunicación y los refuerzos van a ser clave para generar un aprendizaje en un sentido útil o no:
- Trabaja el Autocontrol.
- Sugiere, no ordenes. Sustituye el “tienes que” por, ¿Qué te parece si…? No eres el entrenador.
- Sustituye el, “Te lo dije…” por “En qué puedo ayudarte para solucionar esto?
- En lugar de “Eres un…” cámbialo por “Me molesta que…” (actitudinalmente).
- Baja el altavoz y el tono agresivo. Así solo te harán caso por miedo.
- Necesitas argumentos y razones en lugar de agresividad, ironía o comportamientos pasivo-agresivos.
La calidad de tus relaciones personales, y por lo tanto, de su aprendizaje, va a depender de cómo uses tu comunicación y los refuerzos.