Javier Bolívar Otegui

«Así empezó todo»

Mis comienzos fueron…como los de casi todos.  Empecé echando una mano con los más pequeños en la escuela de tenis de mi club, ¡con diecisiete años!. Año y medio después, era el responsable de la escuela. Un jóven con mucha ilusión al frente de un proyecto de trabajo.

Tenía el apoyo de la Junta directiva y contaba con la infraestructura del club. Asumí el reto y sobre todo el reto económico y os garantizo que fue duro, pero… así empezó todo…

Comencé a formarme en la Escuela de Maestría del Tenis (R.F.E.T.). Amplié mi formación realizando todo tipo de cursos, seminarios y simposiums a los que me encantaba ir. Disfrutaba descubriendo la enseñanza del tenis. Poco a poco, lo que empezó como una actividad que complementara a mis estudios, acabó siendo mi profesión…cosas de la vida.

He tenido la suerte de trabajar y conocer a muchos de los mejores del mundo en la industria del tenis. De todos ellos he aprendido. Todos han contribuido a darme un punto de vista diferente a todos los niveles, pero sobre todo, en ellos encontré un denominador común: LA PASIÓN POR LA ENSEÑANZA DEL TENIS.

Trabajé en clubes, empresas, colegios y universidades. En todas ellas, tuve que adaptarme a su metodología de trabajo y objetivos, muy distintos en cada una de ellas. Este gran reto obliga a tener cada día un nivel altísimo para cumplir con los requisitos del trabajo, con mis propias exigencias e innovando a la vez para ofrecer algo fresco y diferente.

En los últimos veinte años, toda mi experiencia se ha visto potenciada por un proyecto que cada día nos ilusiona más: ALANTENIS. Una familia moderna, con dos padres, ANTONIO Y ALBERTO, y un gran club, a la vez que casa: el Club de Tenis Chamartín.

Ahora con la perspectiva del paso del tiempo, me siento un privilegiado. Hago lo que me apasiona en el mundo del deporte, de mi deporte: enseñar tenis.

Mis alumnos me saludan y recuerdan con cariño. Algunos, incluso son ahora compañeros de profesión. Otros me traen a sus hijos para que aprendan conmigo. Y esto sólo tiene dos lecturas: me estoy haciendo mayor y algo bien habremos hecho.

Por último, porque el espacio apremia, me queda dar las gracias a Antonio Martínez y a Alberto Martínez: gracias por lo aprendido y lo que aún aprendo de vosotros, por vuestra amistad y por darme la posibilidad de trabajar en el CTCH. A mis compañeros por ser parte de esta gran familia y a todos los alumnos que a lo largo de estos años me han dado su confianza, pero por encima de todo: GRACIAS A MIS PADRES, POR ADENTRARME EN EL MARAVILLOSO MUNDO DEL TENIS.

Javier Bolívar impartiendo clase