«Así empezó todo»
Mis comienzos fueron…como los de casi todos. Empecé echando una mano con los más pequeños en la escuela de tenis de mi club, ¡con diecisiete años!. Año y medio después, era el responsable de la escuela. Un jóven con mucha ilusión al frente de un proyecto de trabajo.
Tenía el apoyo de la Junta directiva y contaba con la infraestructura del club. Asumí el reto y sobre todo el reto económico y os garantizo que fue duro, pero… así empezó todo…
Comencé a formarme en la Escuela de Maestría del Tenis (R.F.E.T.). Amplié mi formación realizando todo tipo de cursos, seminarios y simposiums a los que me encantaba ir. Disfrutaba descubriendo la enseñanza del tenis. Poco a poco, lo que empezó como una actividad que complementara a mis estudios, acabó siendo mi profesión…cosas de la vida.
He tenido la suerte de trabajar y conocer a muchos de los mejores del mundo en la industria del tenis. De todos ellos he aprendido. Todos han contribuido a darme un punto de vista diferente a todos los niveles, pero sobre todo, en ellos encontré un denominador común: LA PASIÓN POR LA ENSEÑANZA DEL TENIS.
Trabajé en clubes, empresas, colegios y universidades. En todas ellas, tuve que adaptarme a su metodología de trabajo y objetivos, muy distintos en cada una de ellas. Este gran reto obliga a tener cada día un nivel altísimo para cumplir con los requisitos del trabajo, con mis propias exigencias e innovando a la vez para ofrecer algo fresco y diferente.
En los últimos veinte años, toda mi experiencia se ha visto potenciada por un proyecto que cada día nos ilusiona más: ALANTENIS. Una familia moderna, con dos padres, ANTONIO Y ALBERTO, y un gran club, a la vez que casa: el Club de Tenis Chamartín.
Ahora con la perspectiva del paso del tiempo, me siento un privilegiado. Hago lo que me apasiona en el mundo del deporte, de mi deporte: enseñar tenis.
Mis alumnos me saludan y recuerdan con cariño. Algunos, incluso son ahora compañeros de profesión. Otros me traen a sus hijos para que aprendan conmigo. Y esto sólo tiene dos lecturas: me estoy haciendo mayor y algo bien habremos hecho.
Por último, porque el espacio apremia, me queda dar las gracias a Antonio Martínez y a Alberto Martínez: gracias por lo aprendido y lo que aún aprendo de vosotros, por vuestra amistad y por darme la posibilidad de trabajar en el CTCH. A mis compañeros por ser parte de esta gran familia y a todos los alumnos que a lo largo de estos años me han dado su confianza, pero por encima de todo: GRACIAS A MIS PADRES, POR ADENTRARME EN EL MARAVILLOSO MUNDO DEL TENIS.