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HABLEMOS DE LA FRUSTRACIÓN

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“Está usted a punto de ser devorado por un dinosaurio”

Si tuviera la habilidad de escoger la emoción adecuada para afrontar esta situación, ¿cuál le daría más probabilidades de sobrevivir?

  • Alegría.
  • Sorpresa.
  • Miedo.

Si usted ha elegido “alegría” o “sorpresa” (por muy buenas que estén consideradas), no creo que haya durado mucho su aventura con el dinosaurio. 

Según la psicología conductual, no habría emociones buenas o malas, existen emociones útiles o no útiles, depende del contexto. Esto quiere decir que estaríamos cometiendo un error al catalogar o adjetivar una emoción por el mero hecho de cómo sea la intensidad de lo que ésta nos provoque. 

¡Las emociones son adaptativas! 

Esto significa que están ahí para ayudarnos a crecer, a madurar, a aprender y por lo tanto a desarrollar nuestro potencial, alguna incluso nos protege ante posibles peligros potenciales 😉  Por ejemplo, el miedo; que es una emoción primaria, y si seguimos el método de categorizar por “buena” o “mala”, estaría considerada una emoción negativa, y, sin embargo, para escapar del escenario dinosaurio, necesitamos al miedo, con el miedo, la sangre se dirige a la musculatura de piernas y brazos, preparándonos para huir o pelear. Nos hace más fuertes y más resistentes ante la posible amenaza, con lo que aumentan las probabilidades de seguir con vida (y el dinosaurio con hambre). Con la alegría no habríamos tenido opción (y el dinosaurio habría saciado su apetito). 

En este caso aprendemos que el miedo sirve para mantenernos a salvo. Pero, por ejemplo, qué aprendemos de la frustración, que además es una emoción que sentimos mucho en este deporte. La mayoría de la gente la suele evitar, incluso la teme, por lo que huye de ella, o genera distintas formas de manejarla que son bastante propias: chillar, tirar raquetas, insultarse, pegar pelotazos, etc. No creo que sea la forma adecuada de tratarla, ya existen otros métodos que nos desconcentran menos. 

El primer paso es aceptar lo siguiente, que si aparece es por algo, que ignorarla no funciona, y que funciona mucho menos si me peleo con ella (gritando, por ejemplo). 

El segundo paso que debemos dar es entender que el motivo adaptativo de que exista la frustración está en su mayoría en el concepto aprendizaje (por lo menos en el deporte). Mientras que unas personas usan estas experiencias para enriquecerse y crecer, otras las evitan y se hunden. 

El tercer paso sería realizar una función preventiva. Para que la intensidad de la ira y decepción que experimentamos no nos nuble la visión general. Para hacer un ejercicio de prevención, tenemos que conocer los principales motivos de frustración deportiva (también nos sirven en el día a día), que son los siguientes:

  • Nos frustramos al intentar controlar cosas que son incontrolables. Como, por ejemplo, quejarse de la suerte del rival, del viento, o del público. Si aprendemos a enfocarnos en lo que depende de nosotros para rendir bien, la frustración por este lado va a estar controlada.
  • Nos frustramos cuando nos exigimos cosas que están por encima de nuestro nivel. Quizá porque alguien nos ha dicho que somos demasiado buenos. Y si soy tan bueno, ¿por qué fallo? Pues porque AÚN no eres tan bueno amigo. Estás aprendiendo, y del error se aprende mucho. Regula tu visión sobre el nivel que tienes y qué debes esperar y exigirte. 
  • Nos frustramos porque muchas veces las expectativas no se han cumplido, y no se han cumplido porque esperabas ganar, y no has ganado porque en un deporte de oposición no juegas solo, entonces, el resultado es incontrolable (fíjense en el primer punto de por qué nos frustramos). Céntrate en disfrutar, en esforzarte, en superarte y correr a todas las bolas. Eso SÍ es controlable y depende de ti al 100%.
  • Nos frustramos cuando fallamos muchas veces o no sale algo a la primera (o a la segunda). Es normal fallar, recuerda que AÚN no eres lo suficientemente bueno. El error solo te está mandando un mensaje: “quizá tienes que cambiar algo de lo que estás haciendo”. Hazle caso y busca. 
  • Y, por último, nos frustramos y lo pasamos muy mal cuando la realidad no se parece en nada a lo que yo me había imaginado. Cuando yo me he hecho a la idea de algo y ese algo no es como yo había imaginado, vendrá esa sensación. La prevención aquí es sencilla, ojo con lo que imaginamos, no demos nada por hecho (por ejemplo: “ya he ganado el partido”, cuando todavía me queda jugar el segundo set entero). 

Si entendemos la frustración como una emoción más que nos pretende ayudar a superar situaciones complicadas, estaremos haciendo una lectura correcta. 

Generar patrones de respuesta ante situaciones difíciles, hacer un ejercicio de prevención colocando objetivos de rendimiento para el partido y sabiendo que si fallamos es porque hay algo que debo cambiar, y convertirlo en un reto a superar, nos ayuda a manejar la frustración.

Gritos, insultarme, tirar o romper raquetas, pegar pelotazos, normalmente no funciona. No caigan en esa trampa, porque entonces:

LA FRUSTRACIÓN SE VUELVE FRUSTRANTE



CUANDO GANAR ES PERDER

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En este último año, muchos han sido los padres que me han preguntado por un tema, que, lejos de ir mejorando, va a peor. Es un tema relacionado con la educación, con el crecimiento y maduración de los niños que empiezan y realizan deporte, y que, las situaciones que se viven muchos fines de semana indican que no hay una mejora.

La pasión (mal entendida en todo su concepto) en el tenis, se ha convertido por desgracia en algo típico en las pistas de muchos partidos de fin de semana (sean promociones o futures).

No se puede dar la espalda a una situación que cada vez se vuelve más insostenible. Y es que el deporte, el tenis en concreto, es un vehículo extraordinario para educar disfrutando, para formar en valores de una forma lúdica y sobre todo significativa. La práctica deportiva en la infancia ofrece grandes beneficios, tanto físicos como psicológicos; sin embargo, y pese a todas estas ventajas, esto no suele importar cuando mi hijo (de la edad que sea) juega el fin de semana. Lo único que parece importar es conseguir la victoria, aplastar al rival, que no me robe el árbitro y que mi hijo juegue todo el partido como si fuera una máquina.

Causa y genera mucha tristeza ver cómo el tenis se está convirtiendo en escenario de este tipo de situaciones.

Buscamos que nuestros hijos sean felices, disfruten, aprendan a esforzarse, a sacrificarse, a ser constantes, que aprendan el valor de las cosas y a comportarse como es debido (según la situación). Bien, el deporte es una de las mejores herramientas para conseguirlo. En lugar de eso, se suele utilizar como válvula de escape (frustraciones en adultos), orgullo mal proyectado, o aquellos que buscan en su hijo/a una oportunidad de algún tipo (económica o emocional).

Los mensajes que mandamos cuando son jóvenes (en comunicación verbal como no verbal, o en actos), educan, generan emociones, forjan autoestimas, forman creencias y construyen sistemas de valores, donde se sustenta la personalidad que definirá a la persona en un futuro.

Dicho de otra manera, si quieres ayudar a tu hijo/a, y que éste consiga madurar de una manera deseable, debemos tener cuidado con el lenguaje verbal y no verbal, y, sobre todo, con el ejemplo que demos en su presencia.

Cosas que tu hijo/a espera de ti:

  • Que seas un Modelo de Conducta Ejemplar. Eres un ejemplo para su forma de entender el mundo y comunicarse con él. Se sentirá orgulloso.
  • Que respetes a toda la comunidad deportiva: entrenadores, compañeros, otros padres, etc. Le enseñas a relacionarse con otros agentes. Conducta social.
  • Que animes y sonrías mientras le ves jugar. Le haces entender que lo importante es el proceso, no el resultado. Les enseñas a disfrutar del deporte.
  • Que le demuestres que estás orgulloso, que se lo hagas saber (independientemente del resultado). De esa forma construyes autoestima. No únicamente cuando gana.

Cosas que tu hijo/a no espera de ti:

  • Que te enfades y chilles si falla. Si cuando tu hijo/a, alumno/a falla, le pegas una bronca, terminará más motivado por evitar el error que por aprender.
  • Que des instrucciones. Generas confusión.
  • Que le lleves la contraria al entrenador. Le quitas autoridad. Le ayudas a no respetar esa figura. Generas inseguridades.
  • Que insultes, agredas o tengas faltas de educación. Les estás enseñando que, comportarse de esa forma es una manera lícita de hacerlo. Por lo que estás influyendo en su autocontrol.
  • Decirles que lo hagan mejor. Ellos ya lo están haciendo lo mejor que pueden. Generas impotencia y frustración.

Cuando GANAR de esta forma ahora, es PERDER en un futuro a largo plazo.

EDUCAR – DISFRUTAR – FORMAR

Javier Ayuso


Nuevo Departamento de Psicología y Pedagogía de la Escuela

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Desde el Nuevo Departamento de la Escuela, el Departamento de Psicología y Pedagogía deportivas, nos gustaría daros la bienvenida al nuevo curso que comienza. Esperamos que juguéis, disfrutéis, y aprendáis al mismo tiempo (¡que sí, que es posible!)

Como primera entrada de la temporada que se inicia, nos gustaría explicaros por un lado en qué consiste la psicología del deporte.

Spoiler: No estás “loco” por acudir, pedir consejo o entrenar con uno. Solo significa que quieres mejorar 🙂

La Psicología del Deporte es una rama más de la Psicología General. Se centra en tres aspectos formales:

  1. Atención Formativa. En Universidades, escuelas, especializaciones, etc.
  2. Atención en Investigación. Con estudios e investigaciones.
  3. Atención Aplicada. Con DEPORTISTAS – PADRES – ENTRENADORES.

Nosotros nos centramos en la tercera atención, la APLICADA, el objetivo es entrenar las habilidades mentales que influyen en el rendimiento deportivo del tenista (concentración, atención, motivación, gestión de las emociones, gestión de pensamientos, modificación de la conducta, etc.).

La más conocida de las tres atenciones, la APLICADA, es desde la que actuamos ¿cómo trabajamos para ayudar al jugador y que éste se beneficie de este entrenamiento?

 

¿CÓMO TRABAJAMOS?

Lo primero de todo es conocer la problemática a la que nos enfrentamos. Y que los jugadores experimentan, bajando, o incluso empeorando, su rendimiento y desempeño en una pista de tenis.

La problemática que se observa suele ser de este tipo:

  • Jugador@s que no saben enfrentar los fallos.
  • Jugador@s que no saben gestionar los estados emocionales alterados, como por ejemplo la frustración, el miedo, la ira y la ansiedad.
  • Jugador@s que pierden la concentración en mitad del partido.
  • Jugador@s que no saben afrontar una crisis de juego.

Este tipo de problemática lo que genera es una serie de consecuencias, que suelen ser de este tipo:

  • Pensamientos negativos.
  • Rigidez muscular.
  • Malestar y mareos.
  • Pérdida de confianza.
  • Pérdida de sensaciones (“estoy atrapad@”).
  • Mala actitud.
  • Decisiones equivocadas.

La metodología que usamos tiene su aplicación en las CAUSAS que generan dichos problemas, en el origen que forma dicha problemática.

Normalmente las causas de estos comportamientos tienen su origen en dos principales factores:

  • Sistema de Valores.
  • Sistema de Creencias.

Muy a menudo nos olvidamos de que el jugador es un ser humano. Damos por hecho que el rendimiento en el deporte es simplemente cuestión de si uno es bueno o no, de la suerte. Nada más lejos. Un tenista además es una persona. Los jugadores piensan, sienten y actúan… Por lo tanto, su desempeño en el deporte viene marcado por todo ello.

Trabajamos para cambiar la forma en la que interpretan su deporte, cambiando su relación con él. Y la forma de interpretar dicho, dependerá de las creencias y valores que conformen la persona.

 

Los BENEFICIOS de entrenar la mente en el deporte:

Cuando entrenamos a un jugador lo hacemos en base a unos márgenes de mejora. Por ejemplo, un jugador con 16 años tiene más margen de mejora a nivel físico que uno con 34, lo cual hará que ésta mejora física optimice su rendimiento en el campo de juego.

Veamos esta gráfica: un jugador a lo largo de su carrera deportiva suele entrenar un mínimo de unas 10.000 horas, que están invertidas de la forma en la que aparece en la gráfica. La mayor parte de las horas de entrenamiento suelen hacerse a nivel técnico y táctico.

Por lo tanto, tenemos;

A un jugador bien armado técnica y tácticamente, con flaquezas físicas, y bastantes carencias mentales, sin herramientas ni recursos para enfrentar las situaciones a las que nos va a exponer el propio deporte. Y entonces nos encontramos con que en situaciones críticas del juego, el jugador se encuentra desarmado.

Luego entonces podemos afirmar que, entrenando la parte mental del tenista, estamos trabajando para mejorar y aportar en la optimización de los márgenes de crecimiento.

 

Los BENEFICIOS de entrenar la mente del DEPORTISTA:

Las habilidades que entrenamos son extrapolables a la vida ordinaria, académica y posteriormente laboral. Por lo que, a fin de cuentas, también es un entrenamiento para la vida. Modificando las creencias limitantes y forjando un buen sistema de valores, logramos dotar de herramientas hábiles y útiles para el desempeño de la vida después de finalizar el periodo deportivo.

Saber focalizar en lo que es controlable, saber adaptarnos a lo que no depende de nosotros, y aprender a disfrutar para lograr el mejor de los rendimientos en una pista es el objetivo que perseguimos con el entrenamiento mental. Logrando dejar a un lado la perspectiva resultadista que genera la mayoría de los problemas.

Esperamos hayáis llegado al final del artículo con ganas de seguir leyendo más, ya que en el próximo artículo explicaremos las labores de la pedagogía dentro del departamento. Y por supuesto, el proyecto “Victoria Privada” como nueva metodología.

Estaremos a disposición del que quiera consultar cualquier duda, aclaración o simplemente pedir consejo.

 

¡Os deseamos un magnífico curso!

 

Departamento de Psicología y Pedagogía del Deporte

Javier Ayuso.


VICTORIA PRIVADA VS VICTORIA PÚBLICA

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En Mayo del 2017 se hizo público un estudio que arrojó luz a uno de los interrogantes más repetidos en la historia del tenis.

Muchas veces nos hemos preguntado por qué un jugador reacciona luchando, peleando y sabiendo sufrir ante un reto complicado, y otro, ante el mismo reto, se viene abajo, protestando, quejándose y buscando excusas. ¿Por qué este tipo de comportamientos?

Lo que muchas veces genera expectación o incertidumbre, es conocer o entender los motivos por los que dos jugadores ante un mismo reto van a reaccionar de forma distinta.

Bien, como ya podíais adivinar, la respuesta está en el cerebro. Os alegrará conocer que no venimos predeterminados (genéticamente) para desarrollar una u otra forma de afrontar los retos, más bien lo determinante (una vez más) está en la Educación, no en la genética.

La responsable del estudio es la psicóloga de la Universidad de Stanford, Carol Dweck. A través de un experimento concluyó que existen dos tipos de mentalidades:

  1. Mentalidad Fija: Estas personas creen que el éxito depende de las habilidades innatas, y padecen urticaria ante cualquier error. “Si no se ha nacido con dichos dones, ¿para qué intentarlo?”.
  2. Mentalidad de Crecimiento: Las personas con esta mentalidad piensan que el éxito depende del esfuerzo, del trabajo o de sudar la camiseta.

Pero bien, ¿dónde se supone que empieza a forjarse cada uno de los tipos de mentalidad? La respuesta; A lo largo de la primera y segunda infancia y la adolescencia.

El Aprendizaje Vicario (por imitación) es el responsable de buena parte de la educación de los niños. Siempre se ha dicho que era bueno reforzar en estos años la autoestima con el verbo “ser”, ser guapo, ser listo, ser inteligente, ser gracioso… Sin embargo, la neurociencia ha comprobado que personas que habían recibido este tipo de refuerzo, eran más propensos a desarrollar una mentalidad fija. “Si no soy lo suficientemente bueno como para afrontar este reto, ¿para qué intentarlo?”. El refuerzo en valores de superación desarrolla con más probabilidad una mentalidad de crecimiento.

De hecho, Jason S. Moser y sus colegas en la Universidad de Michigan State han descubierto qué nos ocurre en nuestro cerebro cuando nos enfrentamos a una equivocación. Dependiendo de si nuestra mentalidad es de aprendizaje o fija, la actividad neuronal ante un error será más activa o menos. En otras palabras, cuando pensamos que podemos aprender, si nos equivocamos, se despierta un intenso baile neuronal para identificar causas, patrones o aprendizajes que nos sirvan para un futuro (color rojo de la imagen). Sin embargo, si nuestra mentalidad es fija, ante una equivocación, echaremos balones fuera, nos justificaremos con mil y un argumentos y nuestra actividad neuronal para encontrar razones para el aprendizaje quedará un tanto dormida (color verde). Y todo ello no depende de la edad. Según Dweck, el 40 por ciento de las personas tienen “mentalidad de crecimiento”; otro 40 por ciento, su “mentalidad es fija” y el resto, dependiendo del momento.

A lo largo de todo el desarrollo de la Master Cup nos habéis visto entregar medallas al esfuerzo, humildad, diversión, entrega, etc. Dichas medallas puntuaban para el ranking general. Detrás de estos gestos había una razón pedagógica. Lo que pretendíamos era fomentar precisamente esos valores, para ayudarles a desarrollar una mentalidad de crecimiento en un futuro.

En las charlas previas a la Master Cup lo titulamos Victoria Privada frente a Victoria Pública. Tratábamos de explicar con ejemplos, que para conseguir un éxito público (un punto, un juego, un set o un partido) primero debemos conseguir un éxito privado. Con esto ayudamos a que los niños enfoquen en lo que depende de ellos para poder conseguir el objetivo que quieran. La sociedad en la que vivimos es demasiado resultadista, y esto precisamente juega en contra del proceso de aprendizaje y desarrollo. Cuando se celebra más una victoria que un esfuerzo, cuando lo único que se premian son los resultados, o la habilidad que se tenga, el niño a través del aprendizaje vicario aprende a que eso es lo adecuado, lo importante, focalizando en el final del proceso en lugar del proceso en sí que le llevaría a conseguir las metas.

Premiando y monetizando estos valores logramos que los niños den valor y comiencen a enfocarse en lo necesario para conseguir las cosas. Los estamos ayudando a crear enfoque en esa victoria privada, les estamos enseñando a que detrás de un éxito hay esfuerzo, tropiezos, resiliencia, tiempo y constancia. Porque cuando se necesita el esfuerzo, es mejor tenerlo entrenado.

Así podemos concluir que, la diferencia entre afrontar retos (a nivel actitudinal) como Nadal y no como Kyrgios está en la forma en la que hayamos educado o reforzado los atributos actitudinales que ayudan a la consecución de los mismos (esfuerzo, humildad, sacrificio, disciplina, etc.).

 

Como decía Woody Allen, “Me llevo 10 años conseguir éxito de la noche a la mañana”


PERDONARSE EL FALLO, ENTENDER EL ERROR

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Tanto profesores, padres, familiares, amigos y demás compañeros que suelen vernos entrenar o competir a lo largo de las semanas, están de sobra acostumbrados a vernos reaccionar de muy distintas formas cuando fallamos. Por ejemplo al echar fuera una bola clarísima, o cuando cometemos dos dobles faltas seguidas, cuando tengo toda la pista para meter la bola y de repente se va larga, etc. Vemos que son errores que se repiten una y otra vez. De vez en cuando, experimentamos una fase en la que parece y/o creo ya no va a haber más, y de repente, ahí está otra vez ese fallo. ¿Por qué?

Las reacciones a estas situaciones suelen ser muy marcadas, entendidas y asumidas por todos los que formamos la gran familia del tenis, por ejemplo: frustración, incapacidad, enfado, ira, sensaciones de inferioridad, autolenguaje negativo, impotencia, y un largo etcétera. Los insultos que nos dedicamos a nosotros mismos, los enfados que conllevan el fallo forzado y no forzado son comunes en todas las canchas cuando aparece. Bien, ¿por qué nos sucede esto? Sé que debo perdonarme el error o el fallo, juego a un juego, el tenis, en el que se convive con el error gran parte de los entrenamientos, o de los partidos que hago. Sin embargo, no soy capaz de hacerlo, de perdonármelo.

Quizá lo que no soy capaz de comprender o procesar, es que estoy en una fase de aprendizaje. Es decir: para dominar una habilidad (una derecha, un revés, un saque, etc.) o un conocimiento en un campo establecido por completo (matemáticas, historia, economía, marketing, etc.), el cerebro pasa por cuatro fases:

  1. No sabes, que no sabes.
  2. Sabes que no sabes.
  3. Sabes que sabes.
  4. No sabes que sabes.

Cuando te encuentras en la primera fase, no eres ni siquiera consciente de que eres un completo ignorante sobre el tema. Si posees la suficiente humildad de darte cuenta de que estás en ese punto, pasarás a encontrarte en el segundo, y ya por lo menos serás consciente de la ignorancia de la que partes, quedándote en una disposición idónea para el aprendizaje. Es aquí, en esta segunda fase donde iniciarás un camino largo, duro, costoso, y por qué no decirlo, también divertido. Este proceso que transcurre entre el punto dos y punto tres se llama Proceso de Aprendizaje. Un ejemplo sencillo, si recordamos cómo nos fue el proceso de aprender a montar en bicicleta, recordaremos con más o menos cariño los golpes y las caídas que hemos tenido.

El proceso de aprendizaje lleva incluido el error y el fallo, es lógico y normal que existan (tanto forzados como no forzados) cuando estás aprendiendo. Sin embargo no lo interpretamos de la misma manera que cuando aprendíamos a montar en bicicleta. Aquí ya es interpretado como un fracaso, en lugar de parte del proceso de aprendizaje.

Hasta llegar a la fase tres en este deporte pasará mucho más tiempo que con la bicicleta. Es un transcurso mucho más largo y del que tenemos que ser conscientes del lugar que ocupamos en él. Si no somos conscientes de ello, de que estamos en un proceso de aprendizaje que va a conllevar cometer errores y cometer fallos, vamos a interpretar estos como si fueran fracasos, reaccionando con frustración y enfados.

Respondiendo a las preguntas que inicialmente hacía, fallamos porque es normal que fallemos, ¡estamos en un proceso de aprender a dominar una habilidad!, ¿¡Cómo no vamos a equivocarnos y echarla fuera!? Aprende a verlo como parte de ese proceso de aprendizaje y no como un fracaso, porque no lo es en absoluto. Y aunque podemos frustrarnos por infinidad de cosas, no entender que estoy entre el paso dos y tres, es un motivo de mucho peso por el que llegamos a frustrarnos.

Cuando con el tiempo y la práctica hayamos conseguido llegar a la tercera fase, comenzará otro largo camino hasta llegar a dominar la tarea o la habilidad, y es cuando habrás aprendido y dominado esa habilidad o conocimiento, y por lo tanto lo hagas sin querer. En este proceso de perfeccionamiento, también va incluido el fallo.

Mi consejo una vez más, es que sepas situarte correctamente en una o entre alguna de esas cuatro fases, no te dejes llevar por comentarios que te saquen y te adelanten lo que todavía no toca. Cuando le decimos a alguien que está aprendiendo que es muy bueno y que tiene una “derecha demoledora”, lo que hacemos es decirle indirectamente que ya está en la fase cuatro, cuando realmente no lo está. En un partido o en un entrenamiento, al fallar, se provocará un conflicto interno grande: Si soy tan bueno, ¿por qué fallo?”, provocando la temida frustración.

Entiende y asimila bien esto, porque si lo haces, te vas a asegurar haber madurado un poco más en tu proceso de aprendizaje, tomando el fallo como lo que de verdad es: parte del proceso, NO un fracaso. Y recuerda esto:

“AÚN no eres lo suficientemente bueno”

Javier Ayuso.


El entrenamiento con un Psicólogo del Deporte

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Nos parece realmente interesante mostrar la visión de jugadoras profesionales que deciden completar su preparación con la ayuda de la figura del Psicólogo para seguir mejorando en su rendimiento deportivo. Nos trae sobre todo una visión de primera mano por jugadores de élite que tienen y cuentan con profesionales de esta rama en sus Staff Técnicos. Por ello nos hacemos eco de la entrada aparecida en Punto de Break el pasado once de octubre. ¡Espero que os resulte interesante!

Konta, Cibulkova, y Carla Suárez relatan la manera en la que ha beneficiado en sus rendimientos y en sus juegos la figura de un psicólogo del deporte.

La figura del psicólogo del deporte está cada vez más presente en los deportistas de élite, sometidos a altibajos en sus carreras, dudas, lesiones, mucha presión y una gran responsabilidad a la hora de gestionar victorias y derrotas. Dominika Cibulkova, Carla Suárez y Johanna Konta, en declaraciones para el portal Sport360, hablan sobre dicha figura, a la que han recurrido para mejorar en el aspecto psicológico.

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Cibulkova reconoce que fue clave para dar un salto hacia delante a la hora de ser más positiva en pista. «Eso ayudó a una gran parte de mi juego. Yo siempre fui una buena jugadora, que tenía una buena derecha, un buen revés, y siempre trabajábamos en mi servicio pero llegaba a ser muy negativa durante los partidos. Contratar a un psicólogo fue lo que realmente me ayudó.»

Por su parte, Carla Suárez comenzó a considerar echar mano de un psicólogo tras una racha negativa de resultados muy pronunciada. «Empecé a pensar en dicha posibilidad el año pasado, cuando perdí muchos partidos después de Wimbledon. No creo que con mis entrenadores hubiéramos encontrado la solución para eso, porque yo estaba jugando bien y practicando bien, así que era algo que pasaba en mi mente. Y también para tratar de decirle a mis entrenadores cómo me siento, tratar de no reprimir tanto mis sentimientos».

No obstante, entiende que algunos jugadores y jugadoras tengan duda sobre ello. «Es cierto que los psicólogos nunca han jugado al tenis, es difícil que entiendan algunas situaciones. De hecho es lo que pensaba yo cuando pensé en contratar uno, que no pueden comprendernos. Pero ahora pienso que no hay nada que perder a la hora de contratar a uno».

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Johanna Konta está muy acostumbrada a tener cerca a uno de ellos. «He trabajado con un buen número de psicólogos deportivos a lo largo de los años. Y recuerdo que, aun cuando tenía 11 o 12 años, cuando yo todavía estaba en Australia, a través de la federación australiana, había uno allí. Así que siempre he estado familiarizado con ellos. Mi única resistencia hacia ellos era que me parecía estar escuchando siempre las mismas cosas y no era capaz de usar la información. Personalmente creo que es algo muy individual, tiene que encontrar a la persona adecuada.»

También hay que decir que no son las únicas en prepararse con un Psicólogo del Deporte, jugadores del circuito masculino como Roger Federer, Novak Djokovic, Feliciano López, y un largo etcetera hacen uso de esta «nueva» herramienta de trabajo.

 


Bienvenidos y ¡toalla!

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¿Puede un tenista potenciar o entrenar su cabeza y sus habilidades psicológicas tal y como lo hace con sus habilidades tácticas, técnicas o físicas? ¿Puede un tenista mejorar su motivación, su confianza, su concentración, controlar sus nervios y estar más preparado para jugar sus partidos?

Estas son algunas de las preguntas que se plantean en el día a día de cualquier tenista. En efecto, el tenis es uno de los deportes más difíciles que existen desde el punto de vista mental, así que el hecho de que lo hayas escogido como tu deporte favorito, te convierte inmediatamente en un luchador nato.

Desde esta nueva sección, la Escuela quiere responder a las preguntas con las que iniciábamos este primer post y dar la oportunidad a jugadores (pequeños y grandes), a padres y también a entrenadores, de resolver las dudas que plantea jugar a uno de los deportes más bonitos que puede haber.

Igualmente, queremos que sea un espacio para que puedas compartir lo que piensas o lo que sientes cuando juegas o cuando ves jugar (esto último está especialmente destinado a padres y entrenadores).

¿Cómo lo vamos a hacer? ¡Fácil! Puedes plantearnos tus dudas, tus preguntas o comentarios en cada uno de los post que vayamos publicando a lo largo de toda la temporada.

Nos despedimos dándote la bienvenida a esta nueva sección. ¡Esperamos que te resulte divertida, interesante y sobre todo, útil!

Lo dicho, bienvenidos y ¡toalla!